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Por Mangata / 23/04/2025

Carta abierta a todos nuestros clientes sudamericanos y a quienes hoy observan con preocupación la propuesta de reforma de la ciudadanía italiana

Queridos amigos,

En mi carácter de abogado italiano, con el honor de haber acompañado durante años a numerosos ciudadanos sudamericanos en sus procesos de reconocimiento de la ciudadanía italiana, siento hoy la obligación moral y profesional de compartir algunas reflexiones respecto de la propuesta de reforma actualmente en debate sobre la ciudadanía italiana.

Comprendo perfectamente las inquietudes y la preocupación que muchos de ustedes manifiestan. La ciudadanía italiana no es simplemente una condición jurídica: representa un lazo profundo con nuestra historia, con los valores transmitidos de generación en generación, y con una identidad que muchos de ustedes llevan en el corazón desde su nacimiento.

Es fundamental aclarar, desde el inicio, que el texto de la reforma aún no ha sido aprobado de manera definitiva. A la fecha, no existe ninguna nueva ley en vigor. Nos encontramos, por lo tanto, en una etapa preliminar, en la cual cualquier especulación sobre el resultado final sería, en este momento, apresurada.

De todos modos, puedo asegurarles que nosotros, los abogados italianos, estamos comprometidos diariamente —incluso de manera conjunta— con el estudio y análisis de las eventuales implicancias, aunque sean solo potenciales, de esta propuesta de reforma. Personalmente considero que, en caso de que la ley sea aprobada en los términos en que ha sido redactada, corresponderá la intervención de la Corte Constitucional italiana, a fin de declarar su inconstitucionalidad.

La razón es sencilla: la ciudadanía italiana es reconocida pacíficamente como un derecho fundamental, imprescriptible, inalienable e irrenunciable. Esto significa que no puede ser suprimida ni restringida de manera retroactiva. Todo individuo nacido con anterioridad a una eventual nueva legislación conserva íntegro su derecho: cualquier norma que pretendiera revocarlo o limitarlo con efectos retroactivos vulneraría el principio jurídico de la irretroactividad de las leyes, piedra angular de todo ordenamiento jurídico democrático.

A ello se suma el principio de seguridad jurídica y confianza legítima, conforme al cual cada ciudadano tiene derecho a confiar en la estabilidad de su situación jurídica, especialmente cuando dicha situación ha sido reconocida de acuerdo con la normativa vigente al momento de su adquisición.

Otra grave e inconstitucional consecuencia de la reforma, en los términos en que actualmente se plantea, sería la creación de una doble categoría de ciudadanos italianos: por un lado, los ciudadanos “de primera clase”, nacidos en Italia, con pleno derecho a transmitir la ciudadanía; por el otro, los ciudadanos “de segunda clase”, nacidos en el extranjero, a quienes se les negaría ese derecho. Una distinción de tal naturaleza no solo resultaría discriminatoria, sino que además sería contraria a los valores constitucionales de igualdad, inclusión y cohesión nacional.

Naturalmente, cualquier evaluación definitiva solo podrá realizarse una vez que el Parlamento haya aprobado el texto final. No obstante, el propósito de esta carta es llevarles tranquilidad. En caso de que el legislador no introduzca las correcciones necesarias, confío en que será la Corte Constitucional —como ya ha ocurrido en otras oportunidades— quien reafirme la protección de los derechos fundamentales.

Mi invitación, hoy más que nunca, es a que no bajen los brazos, a que no se dejen paralizar por el temor o la incertidumbre. Sigamos defendiendo sus derechos ante las instancias correspondientes: los tribunales italianos, que históricamente constituyen el camino legítimo para el reconocimiento de la ciudadanía italiana iure sanguinis.

Estoy convencido de que solo juntos, con determinación, competencia y respeto por la ley, podremos superar este momento de preocupación y transformarlo en una oportunidad para reafirmar la verdad jurídica.

Finalmente, deseo que todo lo que está ocurriendo sirva también para aportar mayor claridad en este ámbito: quienes lamentablemente han convertido la ciudadanía italiana en un mero producto comercial, ofreciendo promesas engañosas o “descuentos” sobre un derecho tan trascendente, deberían reflexionar acerca de la seriedad que este tema exige. La ciudadanía italiana merece respeto, conocimiento y compromiso —tanto por parte de quienes la solicitan como de quienes la representan y defienden.

Les envío un cordial saludo y toda mi solidaridad,

Carlo Pontei
Abogado – Mangata Avvocati